La dominguera salida en bicicleta me llevó hace unos días a la cordillera del Melón por el Garretón. Hermoso paraje que combina una vegetación típica de zona árida, en las laderas que miran al norte; con un tupido bosque esclerófilo en las laderas orientadas al sur. Serpentea valle abajo un menguado estero que en otros momentos y en otras épocas ha mostrado una bravura excepcional. En la medida que nos adentramos por el camino principal hacen su aparición rocas jaspeadas (andesitas que dan cuenta que el sector está conectado geológicamente con la Cordillera de los Andes), numerosas aves y hasta un tímido zorro que no alcanzó a escuchar el andar de la bici.
En ese bucólico paisaje y en medio de bosques de peumos, boldos y bellotos hizo su aparición un grupo huasos locales que, lazo en mano, iban tras un potro. En verdad la escena no es nueva. Situaciones así son muy habituales en muchos sectores aledaños a nuestras ciudades. Sin embargo, aquel día no pude dejar de recordar una vieja historia.
Nazario Tapia era un huaso como los de hoy, pero en 1819 no eran los novillos y los potros del monte su preocupación. Según Vicuña Mackena “los huasos de Purutún, del Melón i Pucalán eran la flor de los godos del corregimiento de Quillota”. Eso quiere decir que, aún cuando desde 1818 ya estaba declarada y, después de la batalla de Maipú, virtualmente asegurada la Independencia nacional, seguían existiendo grupos o ‘montoneras’ que defendían al rey español. Y entre ellos estaba don Nazario.
Los espías informaban al gobernador de Quillota que en el fondo de los bosques del Melón un tal Nazario Tapia daba refugio al jefe de las últimas montoneras que sobrevivían en la zona. Veinte cazadores a caballo se hicieron presentes en su rancho. Pero el huaso Tapia era hombre duro y no delató ni entregó a nadie. Quiso la fortuna que pudiera sobrevivir a su fusilamiento amparado por la oscuridad del bosque y el desorden de la escena. Resultó ser que el tan buscado jefe era también Tapia, hermano menor del primero. Finalmente el mismo gobernador Diego Guzmán perdonó la vida a ambos. Por varias generaciones los huasos del lugar contaron que “no ha habido en estas serranías hombre ni más guapo ni salteador mas caballero que el “fusilado” Tapia”.
Vayan estás líneas como pequeño homenaje a los todos huasos de Chile y en particular a los del Garretón, que como antes, deben ahora enfrentarse a un proyecto minero que no sólo amenaza su flora y su fauna, sino también, a su propia historia.
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ResponderEliminaraaaa.. ahora entiendo por que hizo el comentario en la clase de psu :) muy buena la historia saludos
ResponderEliminarEl tema es que Anglo American quiere producir cobre en el Caqui. Para eso deben entrar por el Garretón e irremediablemente van a dejar la c...
ResponderEliminarYa saben lo que pienso de los 'ecologistas', sin embargo, en este caso me parece mal el proyecto.