Cuenta en su crónica don Jerónimo de Vivar, que los indios del Perú se referían a nuestro valle central como “ancha chire”. Según el mismo autor –quien escribe en 1558 luego de haber participado en la expedición de Pedro de Valdivia- “…Decíanle los indios a don Diego de Almagro…, que hacía en este valle "ancha chire", que quiere decir gran frío, quedóle al valle el nombre de Chire. Corrompido el vocablo le llaman Chile, y de este apellido tomó la gobernación y reino el nombre que hoy tiene que se dice Chile…”.Si damos crédito a Vivar, nuestro país se llamaría ‘Chile’ por el frío. Y a decir verdad, la versión resulta bastante creíble por estos días.
A muchos extranjeros les llama la atención el frío que se siente por estas latitudes. Y no se trata solo de caribeños (que puede ser entendible) sino incluso de gente venida de Europa o Norteamérica. Parece ser que entre una cordillera helada y una corriente de Humboldt gélida la cosa no podía ser distinta. Y así, aunque no cae nieve muy a menudo, nuestra zona si es objetivamente fría, considerando nuestra baja latitud y cercanía al mar (que en teoría debería moderar las temperaturas).
Y con tanto frío no es posible pasar el invierno sin calefaccionar nuestras casas. Sin tener una cultura de eficiencia energética, hacemos lo posible por mantener la casa en más de 10°C aún cuando se nos escape el calor por cada rendija y revestimiento no aislado.
Pero la calefacción trae sus problemas. Al margen de la contaminación dentro del hogar que generan algunas fuentes como el carbón, el gran problema de mantener la casa calientita es su costo. Hay opciones ambientalmente buenas, pero también hay opciones económicamente convenientes. Y ambas no coinciden.
Para la casa no hay nada mejor que la electricidad, sin embargo, pagamos por ella unas cuentas más altas que en la mayoría de los países del mundo. Quisiera creerle al gobierno cuando se ha propuesto bajar el precio de la electricidad, pero el país parece no estar en sintonía con tal idea. Siendo escasa –y por ello cara- nadie quiere una central generadora cerca. Conciencia ecológica dicen, y estaría bien, si no fuera porque la evidencia muestra otras cosas.
Se trata de unos tubos de acero inoxidable que llenan el paisaje urbano. Sus dueños, entendiblemente quieren ahorrar los altos costos que tienen las otras fuentes de energía, pero de paso dan origen a una gran paradoja: la “conciencia ecológica” se vuelve contaminante.
La quema de leña está saturando de contaminación muchos paisajes, pero con el petróleo por las nubes y una electricidad prohibitivamente cara, se va quedando como última opción. Me encantaría disponer de electricidad barata –tenemos el potencial hídrico para tenerla- pero me temo que por el momento tendremos que seguir soportando a regañadientes, el humo del vecino.
profe me gusto mucho su articulo y sobre todo la explicación para el nombre de nuestro país que en estos días suena muy razonable.
ResponderEliminarGracias, deberia salir en unos dias en El Observador, asi es que uds. tuvieron la primicia. Pronto les voy a dejar listado de libros por si van a la biblioteca nacional.
ResponderEliminarque tengas buenas vacaciones
Ok profe me avisa, hay nos ponemos de acuerdo con las niñas haber que hacemos, ojala que salga en el observador y ponga todos los que va a mandar asi los leo primero C:
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